POEMARIO H. D.
CANCIÓN ANTIGUA PARA MÍ MISMA
Encendidas las luces del silencio,
los pálpitos renacen de entre estertores cónicos
de dulces mariposas índigo,
revividas sin peligro de algún fuego o desierto sideral,
Cantas tú,
armónicas unidades de sonido entre los difusos atardeceres de octubre
paseando disciplente entre los eternos mercadillos
de los zaguanes de la carne.
Me acaricias, lésbica
sin cansancio ni tótem establecido.
Sin romper ni alejar, las caretas que nunca se lleva el viento.
Reconocida,
te miro en esa mágica cercanía de la noche
y te alumbro complacida
con mis cerillas de fósforo cambiante
y madera de resistente abedul
pensando en tantos atardeceres
robados
por el mostrario del mercadode máscaras, medieval.
Medioevo, el mío,
sin princesas, sólo con mujeres
de sangre caliente y recolectora
de sensaciones y certezas sin miedo
que poco a poco
han ido replegando mi dulce piel.
HELGA DAWER, jueves, 09 de octubre de 2003 7:02:42
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