Wednesday, February 08, 2006

GIROLAMO FRESCOBALDI


GIROLAMO FRESCOBALDI

Desde mis espacios ahondo los pasos
en caminos estudiados de melancolía.
Me asomo a las puertas de arcanos libros
donde resplandecen vivos
los tatuajes de la historia.
Centellean como agua de cascadas palaciegas
en juego igualitario con la barroca armonía
en el tiempo en el que morían los luÏses en Francia,
cuando durante días lóbregos
y noches sin luna
atravesaban los jardines penosamente
en el momento que su espectro
cabalgaba junto a jirones de su alma,
prendida sobre el lado oscuro de los siglos

Morían los luÏses en Versalles
y Frescobaldi obedientemente,
siguiendo su tradición musical,
aleccionaba e impartía mensuras
y teoremas armónicos para los músicos reales
que desplegaban sus sones
entre capillas llenas de damascos, rasos
y pecados prendidos en el aire viciado
entre el frufrú
de las sedas orientales de las concubinas.
Vigilaba expectante los sones obligados
de Couperin y la memoria de los griegos,
conservada en ardientes manuscritos árabes
guardados con celo
entre los entresijos de las salmodias
de su noble e inamovible religión.

Entre los comienzos del alba
y el fuego de la malvasía,
los músicos reales escribían pacientemente
ahogando el temor de que los relegaran
de su servil poder por un simple capricho real,
entre la nada de velados pasadizos de Versalles
reflejando en los opacos cristales
la misma negrura de su pueblo
entre hambre y azotes.

Frescobaldi, entonces
ponía sus dedos en el clavecín,
a sus pájaros y a sus notas
con la precisión barroca
que fueron capaces de salvar
del loco renacimiento italiano
y sus muertes manchadas de sangre y de terror

Ellos, celadamente,
retomaron su poder y aguardaron su hora.
mientras el pensamiento se escondía
entre manuales sagrados,
o bien, oculto en libros de Las Horas
mientras la música contada y medida,
cabalgaba a lomos del corcel de los sentidos
y daba forma a las vírgenes
trastornando sus vestiduras
en remolinos castos,
con extrañas flores fantasmales
entretejidas en platas de lunas ácratas
y ángeles sensuales
que daban un aire ambiguo
en su vuelo irreal
entre los cúmulo- nimbos de los cielos,
de los mártires descuartizados
y de las santas visionarias,
en éxtasis…

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